-No señor, no vi, ni escuché nada.
-¿Quiénes estaban en el edificio?
-Mi vecina doña Margot, una señora muy viejita y yo. Los demás salieron a pasar el fin de semana fuera de la ciudad.
-¿Y no escuchó nada? – me volvió a preguntar.
-No señor – nada.
Mi estómago está a punto de devolver la pizza, no sé si por la imagen
que tengo en frente o por lo que estoy diciendo. No soporto un minuto
más ver al teniente, y si sigue preguntando a lo mejor terminaré
diciendo que sí había visto y oído algo.