lunes, 13 de febrero de 2017

LA SANTA ESCULTURA

─Madre tienes el pelo tan largo y sin brillo.  
─Sí hija pero ve tú, entra rápido o pierdes el turno.
─ ¿Y tú qué vas a hacer mientras?

Miré alrededor y vi una iglesia.
─ Voy a sentarme justo en esa banca a leer.
─ Ma, por favor ahí sentada, no te vas para otro lado, siempre que salimos te desapareces y vuelves muerta de la risa viendo cómo nos angustiamos.
─ Camino unos pasos y  ustedes se agobian.
─ ¡Ma, aquí por favor, no te muevas!
─ Sí, lo prometo, vete ya.

He pasado por la plazoleta muchas veces y jamás se me había ocurrido entrar a la Iglesia, no sé ni cómo se llama. Miré de reojo los dibujos de la bóveda, las columnas tenían humedad y  comenzaban a desmoronarse. Caminé por una de las naves laterales, las estatuas parecían tener vida muerta ¿Embalsamadas?  Daban la extraña sensación de ser personas, ojos vidriosos, toqué la cabeza de una de ellas y me reí, se parece a mi vecino desparecido hace dos años, sin embargo la sensación al pasar mis dedos por el pelo fue repugnante era …pelo de verdad.