El vendaval
hace crujir las cruces de madera clavadas en la cima del monte. Los verdugos
ríen, las mujeres lloran alrededor de los tres hombres condenados a la
vergüenza y a la humillación.No cesa de llover, truena y la tormenta arrastra
el viento. Uno de los crucificados siente que algo roza su cara, la agonía le
impide levantar el rostro. Una cucaracha se posa sobre la cabeza del moribundo,
trata de abrir las alas queriendo volar, pero una espina la atraviesa. “Tengo
sed”. La cucaracha lo mira con tristeza y herida baja por la mejilla, llega
a su boca, se sacude con dolor las gotas de agua adheridas en
sus alas mojan los labios del agonizante. Él sonríe por última vez
y le dice:
En verdad, en verdad os digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso
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