Se
llama Drago, un ser maravilloso. Se arrodilló frente a mí, extendió un ala y subí hasta el lomo. Volamos por encima del bosque
y nos encontramos con el tiempo, llevaba muchas horas, muchos minutos y segundos,
estaba cansado. Drago lo llevó en su
lomo hasta el fin de los días y allí me
quedé sin saber qué hacer con un dragón, con el tiempo y sin memoria.
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