miércoles, 26 de junio de 2013

CAFAEE


Sentado en la mecedora, el abuelo se balancea con suavidad,  acompañando al viento que lleva el olor del café mañanero a toda  la hacienda. Mira la colina donde tiene la plantación  y sonríe al ver llegar a David, su nieto.

“¿Abu de dónde salió el café?”
“De una leyenda.”

El abuelo sienta a David en las piernas, lo besa y le muestra el horizonte: Dicen que el dios Xisqua descubre un nuevo mundo de dioses y mortales al otro lado del mar. Envía un ejército al mando de su amada Cafaee a esas tierras pero la embarcación pierde el rumbo y una fuerte tempestad hace que naufraguen. Están desconsolados, algunos mueren ahogados y con ellos muere el sueño de ver una nueva tierra. Una ola gigante los arrastra hasta la playa y cansados duermen hasta  llegar la noche, iluminando la luna unos ojos listos para el ataque.


Recorren la playa en busca de alimento, las colinas están cubiertas de una vegetación extraña para ellos, temerosos prueban los frutos desconocidos y la alegría  vuelve a los cansados cuerpos ante la exquisitez del descubrimiento. Descansan cerca de una hoguera y escuchan movimientos, un animal se acerca con sigilo atraído por la luz.

Los ojos de los náufragos se clavan en la mirada del salvaje  de cabeza grande y alargada, patas cortas, caen sobre él con gritos de guerra. Tienen hambre y es una oportunidad para calmarla. Entre la oscuridad se escuchan chillidos más débiles, las  crías seguían el rastro de la madre. Todos se miran y dejan libre a la madre y sus crías.

Luego de un largo camino ven  una fuente de agua que canta cuando toca la tierra, incitando a los viajeros a beber de su música. Sedientos toman de ella  y danzan hasta la laguna, guiados por las notas. Cafaee se zambulle, despertando el sueño de Chupcua dios de la laguna. Con ira la toma como su prisionera, ella se defiende como una guerrera pero él es más fuerte y hundiéndose en el fondo de la laguna la convierte en su esposa.

Las ninfas le untan aceites y la fragancia  es llevada por la brisa hasta el horizonte. La esposa del dios de la laguna no habla con nadie, no escucha el viento, ni los cantos, la desesperación y amargura doblegan la fortaleza de aquella guerrera. Xisqua  al no tener noticias de Cafaee parte con una nueva embarcación hacia al nuevo mundo,  atraviesan el mar y se detienen frente a la isla, desconfían de la noche y descansan hasta que el sol los despierta.

Cansados y hambrientos se sientan a la orilla de la laguna. El descanso se estremece al ver agitarse con furia   la laguna. Una enorme cola azota el agua, el viento y la lluvia le golpean el rostro a Xisqua, pequeñas piedras filosas arrastradas desde la orilla lo  hieren, los pájaros de la laguna fieles a su dios vuelan, amenazando a los visitantes.  Chupcua se yergue entre las aguas acompañado de Cafaee.  La laguna se desborda, Xisqua  se ahoga por momentos, el agua no es su medio para pelear,  logra salir al campo, allí  se mueve más rápido.

La lucha hace estremecer la tierra,  la laguna es un torbellino de agua que desata una tormenta e inunda el campo.

La cólera da fuerzas a Xisqua, la  lucha sigue durante horas, no hay vencido ni vencedor, Chupcua cede y entrega a su esposa pero la  maldice - Jamás podrás salir de esta tierra, tu alma vagará por siempre en la laguna -

Grita y se sumerge.

Xisqua  mira a Cafaee, abre los brazos y pide a los dioses le  otorguen su deseo. La piel de la hermosa guerrera empieza a tornarse oscura, brillante y sus ojos se cierran para siempre, los dioses la convierten  en semilla, el joven dios la deposita en la tierra.

Llora sobre ella haciendo brotar  una planta con delicadas flores blancas y frutos rojos,  la besa y se desprende  una exquisita fragancia que invade el nuevo mundo.  Prefiere que el mundo entero beba de ella y no dejarla con el coloso vagando en la laguna.

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