Nadie
volvió a saber nada de Mildred. Nadie la encontró nunca.
Patricia Highsmith
La casa será tuya algún
día. Será el refugio de nuestra vejez, me dijo tu abuelo. Él y yo dejamos la
ciudad y vinimos al campo. El lote tenía una casa y un lindo jardín con muchos
árboles, ¿sabes qué fue lo que más me gustó? El bosque detrás de la casa, a donde
venían ardillas, zarigüeyas, colibríes y montones de aves. Una vez, no sé si me lo soñé, vi
un venado. La primera casa la tumbamos y construimos la que siempre soñamos,
queríamos que tu mamá y tu tío tuvieran un sitio donde correr, ser felices, por
eso pusimos los prados como tapetes y sembramos aguacates, naranjos y
limoneros. A la entrada veraneras y platiceros, y en los balcones, geranios,
pensamientos, orquídeas y las que más me gustan, las gerberas. De acá nadie me
saca caminando, saldré con las patas pa´lante, decía tu abuelo. Era una
tradición cuando alguien moría, se ponía el cadáver con los pies mirando la
salida. Sabes, creo que yo también saldré con
las patas pa´lante.